No me malentendáis, no es que no me guste España, demasiada corrupción, clase política pésima, un sistema económico que llorarías de risa si no fuera porque estás llorando de pena y unas relaciones exteriores que... francamente eso lo dejo para otro día, pero me gusta vivir aquí, no sé, será la tortilla de patata. El caso es que el número de pseudoprogres intelectualoides ignorantes y fanáticos ha aumentado en los últimos años hasta cifras muy injustas para los que no pretendemos salvar el mundo, sólo vivir en él. Y, es que, blogsfera, si hay algo que me guste menos que ir a los toros es que me prohíban ir. ¿Alguien me explica quién se ha pensado esta gente que es para decirme a mí qué espectáculos son moralmente aceptables y cuáles no?
Mal, mundo, mal.
Podría extenderme habladoos, sobre todo a los que no sufráis la vida política española(los demás están hartos de saberlo), sobre las raíces del conflicto, que nacen del intento de diferenciación cultural de dos territorios que han ido de la mano desde que tal cultura existe, de la hipocresía de prohibir sólo una parte de las tradiciones supuestamente inmorales, pero estoy muy cansada de tanta tontería, así que sólo voy a deciros una cosa:
Este país cada día se parece un poco más a 1984.
Y ahora, me voy, que los que no podemos vivir de contarle al mundo lo maravillosos que somos por creernos moralmente superiores a todo un país, tenemos que trabajar. Hoy tengo la entrevista para el trabajo perfecto(no perfecto, perfecto, sólo perfecto para conciliar con la universidad)y necesito que me lo den. Sí, blogsfera, me voy a suplicar por un trabajo de esos que sólo quiere alguna que otra estudiante sin un duro.
Sed muy felices y no vayáis a los toros o iréis al infierno. Ni descarguéis películas. Ni música. Ni libros. Bueno, no hagáis nada que la flamante intelectualidad de este país de catetos no haría.