"Mientras ustedes no sean dueños de su alma, no lo serán de la mía."

Te voy a exorcizar.

sábado, 25 de agosto de 2012

V

El chico-gato le escribió una canción que hablaba de sirenas efímeras y niños perdidos que lloraban porque querían salvar el mundo y no se aclaraban para salvarse a sí mismos. Al día siguiente, se emborracharon en el garito más oscuro de Tribunal con el garrafón más letal de Madrid y cantaron a voces canciones de esas que no duelen hasta que el dueño les dijo que estaba harto de artistuchos rotos y que se fueran a dormirla a casa. Entonces cantaron canciones de las que sí duelen de vuelta a casa o a ninguna parte, abrazados, llorando a ratos, riendo siempre y jurándose amistad, prometiendo que se iban a cuidar el uno al otro de "esas zorras".

viernes, 24 de agosto de 2012

IV.

Él sigue llevando el corazón en la mano, aunque le han dicho muchas veces que es la manera más fácil de que se lo rompan. Ha aprendido a vendarlo con canciones.

miércoles, 22 de agosto de 2012

III.

La primera tenía sabor a ron y olor a marihuana, un acento diviiino, ché y una risa escandalosa que le hacía cosquillas en la nariz. La segunda era morena y llevaba la manicura francesa en unas uñas larguísimas como las de las actrices porno de las películas que descubrieron a los quince Dani, Samir y él. Tenía un nombre que parecía francés aunque jamás había estado en Francia y nunca se acercó a un verso de Baudelaire. Escribió una canción sobre ella que hablaba de la melancolía en su rostro de princesa consentida o algo parecido, la primera vez que la tocó supo que se mentía, vomitó y jamás volvió a tocarla.
Tuvo que asumir que iba a perderse entre un montón de ombligos fotocopiados y a darles tintes poéticos para seguir viviendo consigo mismo diez minutos más, así que se armó de lo más parecido al valor que encontró.
Ella es rubia, tan rubia que, a veces, cuando le da la luz, parece que tiene el pelo blanco y nunca le ha entendido, pero no es idiota. Le conoce y le quiere y le odia porque con él todo es complicado y extremo. Es como una puta obra de Wagner, excesivo, oscuro, necesitado, de esas piezas que al terminar te dejan exhausta y con la sensación de haber perdido algo bueno en el camino y haber visto algo que no todo el mundo puede. A veces, en esos momentos en los que se le opacan los ojos y le tiemblan los dedos sobre las cuerdas, se siente una intrusa, como esos personajes de las novelas malas que leía su hermana, que sólo servían para darle empujoncitos al argumento. No le van las grandes decisiones, no es la heroína de ningún gran poema épico y no puede ser la musa de sus canciones, la llama de su revolución, ni ninguna de esos grandilocuentes papeles que él necesita que interprete, así que hace algo por él que nadie más hará y que tal vez nunca le agradezca. Se convierte en una especie de malvada Dulcinea. Le deja. Es más, LE DEJA. Destroza su corazón, le llena de dudas y arrastra su cadáver desde Galicia a Madrid. Es la bruja que inspirará sus mejores canciones. Antes de ella tenía una guitarra y algo de talento, una luz idealista en la mirada, sonrisa de crío y algo a punto de quebrarse a su alrededor; después de ella tiene una nota nueva de serenidad en la voz, ése algo un poco más quebrado pero entero y una deuda.
Ella sabe la verdad, que la quiso a su manera torpe, excesiva y literaria, que la escribirá mil canciones y sólo cantará tres en público, que dirá que una está dedicada a ella y fingirá que las otras son a mujeres que vio una vez en el autobús. Sabe que algún día, cuando muchas otras mujeres más constantes le inspiren canciones y orgasmos, sabrá lo que hizo y le escribirá una última canción, una que hable de cómo se encontrarán en un café y se perdonarán no acordarse cómo toma cada uno el café.
Ahora puede odiarle tranquila por hacerla llorar, por todas las chicas al bajar del escenario y las canciones que vomitó.

miércoles, 15 de agosto de 2012

II.

Y la mira así, con mucha atención, como si fuese la musa de una de sus canciones, esperando un mundo de ella. Esperando que sea su revolución. La revolución de libros y flores, de dignidad. Esa revolución sin balas a la que le canta con los ojos un poquito cerrados porque le ayuda a creer.
Ella no se asusta porque no le entiende, no entiende que siempre va a esperar más de ella de lo que puede dar. De lo que puede entender. Y sonríe, sonríe mucho. Se queda con los 'te quiero, rubia', nunca escucha los suspiros entre estrofa y estrofa.

lunes, 13 de agosto de 2012

I.

Pasó veinte días en Nicaragua y volvió con un corazón en polvo. Pasó veinte días en Nicaragua y no pudo volver a soltar la guitarra. Quiso obligar al mundo a mirarse al espejo. Aún lo intenta.

viernes, 10 de agosto de 2012

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Tuve un novio que se enamoró de mi porque pensó que era como esas chicas de la novelas de Cortázar, caóticas y dulces, complicadas, con un montón de extrañas filias y fobias. Cuando descubrió que, efectivamente, podría morir de una complicación, le dejé. Esa es la versión oficial. Terrible, fría y caótica, echándole mis miedos a la cara. Yo creo que en el fondo me dejó él, aunque se lo dijera yo, pero también creo que hay oro al final del arco iris, así que no me hagáis mucho caso.